20.6.14

Educadores de Calle

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INTERVENCIÓN EN MEDIO ABIERTO


Todo programa de servicios sociales dirigidos a la infancia o a colectivos marginales deberá tener en cuenta la necesidad de atender a los menores y jóvenes que estén en situaciones de carencia, problemática, riesgo o peligro.

Existen individuos que viven situaciones especialmente críticas, debido a circunstancias ambientales y a otros factores. Estas personas suelen tener como medio referencial la calle, debido sobre todo a la incapacidad de la escuela para trabajar con los menores «conflictivos» o a la familia para facilitar la convivencia y el desarrollo en condiciones aceptables.

Atender a la problemática de estos chavales requiere plantearse programas de trabajo educativo en Medio Abierto- sin muros ni mesas que distancien-, dentro de un conjunto de intervenciones socioeducativas desarrolladas por Educadores de Calle. Este trabajo tendrá dimensiones psicológicas, pedagógicas y sociales, en un medio comunitario como es el barrio.

La Intervención en Medio Abierto es, pues, un método para la mejora educativa y social, que presta a la vez una atención individualizada y grupal, incidiendo además en la familia y la sociedad y utilizando y optimizando los recursos del entorno. Su objetivo principal será el de potenciar la integración social, superando los problemas personales y recuperando los recursos de relación del individuo consigo mismo y con la comunidad.

Este trabajo socioeducativo se basa en una atención normalizada, utilizando los mismos circuitos para toda la población, además de ser una actuación social integrada, contemplando las necesidades específicas de la población, pero sin que ello suponga una atención diferenciadora. Por otra parte ha de realizarse desde una perspectiva compensatoria, ya que la sociedad tiene la obligación de facilitar un nivel mínimo de calidad de vida sin contraprestación económica.

La primera actuación con el chaval ha de realizarse en su entorno social, en la familia, en la escuela, en su barrio, en su ambiente. El tratamiento será simultáneo: comunidad (entorno social) y chaval, ya que las personas «en dificultad» o en «conflicto social» son un producto social fabricado por el entorno más próximo (la familia) y el entorno secundario (la comunidad).

Si nos centramos en los menores podemos destacar los factores que inciden, directa o indirectamente, en su evolución, hipotecando su desarrollo armónico:

- Se está produciendo una fuerte transformación social a todos los niveles, que afecta primordialmente a los sectores económico y tecnológico, valores sociales, reformulación de los modelos de explotación, cambio de los sistemas de relación.
- Se hace notar una crisis cultural que es sentida con más impacto en las grandes ciudades y aglomeraciones. La escala de valores que la sociedad tiene acaba definiendo las prioridades y necesidades, lo que obliga a estrategias de supervivencia en un ambiente de competitividad y violencia.
- Existe una desestructuración y desarrollo desordenado de las grandes ciudades, como producto de una especulación abusiva, que afecta directamente en la calidad de vida.
- Como consecuencia de lo anterior se genera crisis familiar y social.
- El sistema educativo no acaba de cuajar, dándose un alto índice de fracaso y abandono escolar que afecta principalmente a los chavales entre 13 y 17 años.
- Se constata una ausencia prácticamente total de papel social para los adolescentes.
- El paro está provocando un cambio de actitudes entre adultos y jóvenes.
- Los nuevos estilos de consumo y el aumento de las drogodependencias se da entre la población más joven.
- Los malos tratos físicos y psíquicos que reciben algunos niños por parte de sus cuidadores les obliga a abandonar el hogar y permanecer en la calle. Las carencias afectivas inciden en esta decisión, que es meditada y preparada.



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LOS HÁNDICAPS


Los programas de intervención en Medio Abierto no son la panacea de la intervención social y puede crear algunas reticencias a la hora de apostar políticamente por este modelo educativo. Pero es importante recalcar que:

1. Este tipo de intervención es global y a largo plazo, lo que difícilmente se puede traducir en cifras positivas o negativas.
2. Al contrario de lo que se pueda pensar, un trabajo de prevención que llegue a la raíz de los problemas, no resuelve el conflicto social que ha provocado dicha intervención. En ocasiones, el Educador de Calle, en su primera etapa, al descubrir, conocer y profundizar en problemáticas a las que no ha llegado nadie, puede provocar la apariencia de que aumenta el conflicto, aunque lo que realmente hace es facilitar que se exprese la dimensión real del problema, pues destapa situaciones antes ignoradas.
3. Los resultados de la actividad preventiva han de ser valorados más por su calidad que por su cantidad, por los efectos cualitativos de la relación con individuos, familias y comunidad, así como por su incidencia en el barrio.
4. Todavía existen algunas dudas por parte de otros profesionales a la hora de valorar la figura de Educador de Calle como «profesional» capacitado o por los resultados de su intervención.

El objetivo fundamental del trabajo será incidir, mediante la implantación personal del Educador de Calle, sobre los factores carenciales que puedan afectar al desarrollo integral del individuo y sobre los factores sociales y de riesgo del entorno. El objetivo general, pues, será facilitar el acceso a la autonomía, superando las limitaciones objetivas y subjetivas impuestas por el contexto deteriorado en que viven las personas objeto de la intervención.




EXPERIENCIAS «PILOTO»


Cabe señalar que, aunque son pocas todavía las experiencias de la intervención en Medio Abierto en España, tampoco es menos cierto que algunas administraciones públicas han realizado experiencias «piloto» con falta de programación a medio y largo plazo, preocupados más por la «imagen política» que por la labor en sí, lo que ha generado Educadores que lo fueron sobre todo «de despacho», poco preparados teórica y prácticamente o que abandonaron bajo la excusa de falta de motivación en los sujetos de la intervención, en vez de cuestionarse su propia «vocación» para esta labor.

           

EL EDUCADOR DE CALLE


Los Educadores de Calle trabajan en espacios no formales, en contextos no institucionales. Con la utilización de múltiples técnicas, pero anteponiendo la relación personal, el Educador sirve de puente o conexión entre los recursos existentes en la comunidad y las personas objeto de su intervención. Por tanto, el E.C. es un profesional específico que, dentro del trabajo social, atiende a la población en dificultad social. Pero las diversas experiencias en los últimos diez años vienen demostrando que es necesario trabajar en la prevención, por lo que cualquier colectivo o grupo de edad merece la atención del Educador.

El niño, el adolescente, en su maduración, necesita de estímulos positivos para dejar de ser vulnerables e incorporarse a la sociedad; caso contrario, sus conflictos pueden convertirse en un problema de difícil resolución. Será el Educador quien establezca el primer contacto y cree un clima propicio para ampliar su panorama educativo, evitando que las prácticas de riesgo terminen en marginación.

No se puede entender un trabajo de calle desde los despachos exclusivamente. Por ello vamos a ver en primer lugar ese espacio donde se desenvuelve, fundamentalmente, la tarea educativa.
           

LA CALLE


La calle, como espacio de uso público, separado de la vivienda u otros establecimientos privados, tiene sus orígenes en el siglo pasado, ya que en el XVIII todavía calle y vivienda no se distinguían de lo público o privado. Fue la revolución de la burguesía quien creo esa separación, apoyada por las nuevas estructuras sociales y políticas. Los niños y jóvenes no podían permanecer en la calle si no eran acompañados de adultos, aunque los cambios sociales provocaron que para muchos se convirtiera en un lugar de residencia obligada, apropiándose de la calle para uso privado.

Hoy, podemos hablar de calles, céntricas y periféricas, urbanizadas o no. Las plazas, jardines, parques, mercados, estaciones de tren y autobuses, metro, muros, escaleras, avenidas, solares, edificios en ruinas... Por tanto, la calle no es un espacio homogéneo y único. Cada uno de estos elementos tiene unas características y unas funciones, ya sean públicas, individuales o sociales:

- Lugar permanente para «simplemente estar», para consumir un tiempo que «sobra».
- Lugar de juego, aventura, encuentro con los «colegas», de intercambio de información y producción de cultura (donde los adolescentes y jóvenes reciben el 80 % de la cultura que incide en su comportamiento).
- Para muchos chavales es, además, casi su hogar, donde pasan la mayor parte del día. La calle es para ellos su gran espacio de vida, donde calle y libertad se identifican. Así, la calle se convierte en el espacio natural, lugar de libertad, de creatividad, juego, coleguismo, consumo; pero también de permisividad y anonimato. A ella acceden cargados de sentimientos de fracaso, de rechazo, de culpa, con sensación de impotencia y exclusión, todo ello ayudado por la falta de espacios abiertos naturales, de una infraestructura mínima para el ocio, el deporte, constituyendo una auténtica ciudad-hormigón, donde a veces el Educador de Calle más lo parece de portal o de escalera.
- Lugar de consumo desmedido, potenciado por los mass-media («priva», porros, tragaperras, ropa, música). Aún así, los chavales no viven la calle como un lugar necesariamente negativo, pues sirve para «aprender de la vida».

Pero la calle se está privatizando continuamente: bares, terrazas, comercios, garajes, aparcamientos vigilados... La calle acaba siendo, urbanísticamente hablando, el espacio común entre edificaciones y el lugar de circulación de vehículos y personas.

La calle, convertida plenamente en un lugar de consumo sobre todo para los jóvenes: publicidad, escaparates, objetos seductores, letreros luminosos e incitadores, trapicheo..., es testigo mudo del crecimiento de los chavales en un ambiente de reclamo y seducción.


El EDUCADOR


Los inicios de la educación de calle partieron de grupos de voluntarios que desarrollaban un trabajo educativo con chavales inadaptados, con fracaso escolar, desocupados, con carencias en cuanto a recursos personales, familiares, económicos, etc. El Educador capta y detecta a la gente que está en la calle en situación de déficit, para estar con ellos, para motivarlos, apoyarlos y ganar su confianza, insertándolos en un colectivo normalizado. El principal objetivo será desarrollar los propios recursos del sujeto hasta conseguir su autonomía personal, con libertad y responsabilidad.

Son los Educadores de Calle quienes conviven cotidiana y asiduamente en contacto directo con la realidad que «sufren» los chavales, con una presencia activa, sin prejuzgar la actuación de los chavales, sino apoyándoles en su desarrollo como personas y ofreciéndoles otras alternativas válidas a tanta desgana, desmotivación y apatía.


CHICOS DE LA CALLE


El Educador trabaja -entre otros colectivos- con «los hijos de la calle», con esos niños, adolescentes y jóvenes que tienen una serie de elementos comunes fruto de las carencias y del proceso de sociabilización padecido:

- viven normalmente en la ciudad;
- huyen de un hogar carencial, donde las relaciones familiares son débiles (si las hay);
- improvisan juegos y aventuras en cualquier rincón, nave abandonada, terreno abierto...; - se trata de estrategias de supervivencia-;
- necesitan afecto, estímulos, comprensión, confianza, apoyo...;
- tienen baja autoestima y un autoconcepto deteriorado;
- están escasos de vínculos duraderos;
- poseen escasa capacidad de asombro (se hacen adultos a destiempo);
- han sido sobreprotegidos por la madre e ignorados por el padre;
- rechazan cualquier autoridad formal que quiera imponerles unas normas para ellos ajenas a su vida;
- se sienten inferiores, porque carecen de bienes, de formación...;
- su rendimiento escolar es bajo y abandonan la escuela tempranamente;
- no programan, no hacen previsión de futuro (viven el presente sin importarles el futuro);
- tienen dificultades para mantener la atención, porque casi nada les motiva;
- tienen falta de perseverancia porque desean «vivir el presente»;
- tienen un desarrollo moral escaso;
- muestran una aparente dureza exterior, que les permite defenderse ante cualquier ataque externo;
- corren riesgos específicos inherentes al ambiente donde se desenvuelven.

No todos los jóvenes en dificultad se acercan a los recursos de socialización ni a los servicios sociales. El hecho de ser jóvenes en conflicto, y permanecer al margen de la sociedad, les condiciona para ser futuros excluidos sociales.

Algunos chicos se constituyen en bandas, que les aportarán seguridad y estatus. A través de la banda, el muchacho se mezcla en una serie de acontecimientos con altas dosis de emoción y riesgo: desafiando a otras bandas, ciudadanos, autoridades, etc.

Para el Educador de Calle, la solución a estos problemas no pasa por el internamiento en instituciones, de ahí que prime también la prevención primaria articulada a través de los contactos que mantiene con la escuela y las asociaciones o su implicación en el trabajo comunitario. Es en el propio medio donde se generan las necesidades educativas, y en él deben buscarse las respuestas.

El Educador de Calle trabaja con estos chavales, entre otros colectivos, y a pesar de llevar más de veinte años ejerciéndose la profesión en España, para la gran parte de la población este modelo de educador es un gran desconocido. Para algunos es una especie de «solucionador» de todos los problemas que afectan a niños y jóvenes con problemas de inadaptación social y que viven sobre todo en barrios marginales de las grandes ciudades.

Muchos Educadores se han formado en la práctica del día a día al lado de chavales con problemas, entre calle y calle. Otros vienen de la Universidad (Educador Social, Trabajador Social, Pedagogo). Pero a los Educadores de Calle podemos considerarlos como Educadores Sociales Especializados cuyo trabajo se desarrolla en «medio abierto», como alternativa que pretende prevenir y atender las situaciones de marginación, bien sea por causas familiares, económicas o sociales.

Hay niños y jóvenes que no entran en el circuito de actividades y centros destinados a esta población: clubes, actividades extraescolares, campamentos... Este tipo de vida organizada no forma parte de su manera de ser y sentir. Por eso el Educador va en su busca, está con ellos y, partiendo de su propia realidad, les abre nuevas perspectivas.


HACIA UNA DEFINICIÓN


La mayoría de las experiencias conocidas sobre la intervención del Educador de Calle surgen a través de asociaciones y grupos que, con una conciencia antiinstitucional, se aproximan directa y humanamente a los jóvenes marginados e inadaptados. Experiencias de este tipo las encontramos en varios barrios de Barcelona, Córdoba y La Rioja; las primeras promovidas por sus respectivos ayuntamientos y en la última por el Movimiento Pioneros. Fue este Movimiento quien, por primera vez, desarrolla tareas educativas directas en 1968 en el Barrio de Yagüe -La Rioja-, dando lugar a la profesión de Educador de Calle, que en Francia ya se denominaban Educadores en Medio Abierto.

El Instituto de Reinserción Social de Barcelona (IRES) también inició en 1975 una experiencia en el Barrio de El Carmelo por espacio de tres años; después de lo cual extendió su acción a otras zonas, llegando a ejercer esta tarea reeducativa sobre 850 jóvenes con seis equipos de Educadores de Calle.

Para aproximarnos a lo que es el Educador de Calle, podríamos definirlo como:
- Un profesional que recorre calles, bares, campos de juego, rincones... en busca de chavales a los que ofrecer amistad, ayuda, apoyo, vivencias, alternativas...
- Un profesional que es crítico con la sociedad.
- Un adulto cualificado que sirve de referencia a niños y jóvenes, poniendo a su disposición los medios necesarios para que pueda concienciarse de su situación personal y del entorno. Para ello también implica a la familia y al barrio.
- Un Educador social de medio abierto cuyo objetivo son los adolescentes y jóvenes con problemas de inadaptación social, marginación, delincuencia y predelincuencia, utilizando la pedagogía de la relación.
- Una persona con vocación solidaria por los niños y jóvenes menos favorecidos que tiene una tarea educativa no formal.
- Una persona que se integra en el tejido social de un barrio y en su dinamismo transformador.
- Una persona que educa por contacto, que inicia caminos inéditos con el chaval para hallar las respuestas más convenientes.
- Un profesional sin horarios, porque las intervenciones educativas se desarrollan con más facilidad en los momentos de ocio.

En las V Jornadas Nacionales sobre Inadaptación Social y Recuperación de Menores que se celebraron en Madrid los días 10, 11 y 12 de Marzo de 1983, se definía al Educador de Calle como:

«Un trabajador social, cuyo marco de trabajo es fundamentalmente la calle, por ser éste un ámbito esencial de socialización al que no llegan las instituciones. Su acción educadora va dirigida a los niños y jóvenes con problemas de inadaptación social con los que lleva un tratamiento a la vez personal y grupal. Es un adulto que sirve de punto de referencia e identificación al menor y es testigo de la realidad de éste. Su función es facilitarle los medios necesarios para que pueda tomar conciencia de sí mismo y de su situación en el entorno y atender sus demandas más urgentes a todos los niveles, utilizando para ello todos los recursos existentes en la comunidad. Es un punto de conexión entre los jóvenes inadaptados y la comunidad».

Faustino Guerau de Arellano, que es uno de los protagonistas de la Educación Especial en España y cofundador de los Colectivos Infantiles del Ayuntamiento de Barcelona y de la Escuela de Educadores Especializados Flor de Mayo de la Diputación de esta misma ciudad, define al Educador de Calle como:

«Un ciudadano intencionadamente preparado para apoyar procesos evolutivos de niños y adolescentes que tienen especiales dificultades para instalar su vida en áreas aceptables de personalidad individual y colectiva y que, por razones histórico-sociales, realiza este servicio sobre todo en el espacio calle».

Si decimos que el Educador es una persona con vocación y con opciones claras por las más vulnerables, entonces podemos también formular lo qué no es un Educador de Calle:
- Una persona que busca un puesto de trabajo, aunque tenga derecho a vivir de su tarea.
- Un profesional aséptico, distante y multipreparado.
- Un «plasta».
- Un paracaidista que, solitario y sin miras de continuidad, se deja caer en un barrio del que no se siente parte integrante.

Por tanto, el Educador de Calle, será una persona que se implica y complica, porque:

- Actuará como elemento catalizador entre el barrio y el joven.
- Tendrá que introducirse en el mundo del chaval, asumiendo su propia cultura y su problemática.
- Será elemento creador en todos los aspectos: juegos, diálogos, actividades...
- Acogerá las demandas de los chavales-as y las interpretará.
- Hará de referencia tiempo-espacio.
- Se pondrá en contacto con las diferentes instituciones del barrio con el fin de dar a conocer abjetivamente la problemática de los menores y jóvenes y encontrar pautas y salidas válidas.
- Será elemento activo en la vida del barrio, participando en las reivindicaciones de éste y con la idea de que sólo cambiando al barrio cambiarán las gentes que en él viven.
- Realizará una educación divertida, sacando recursos pedagógicos de cualquier lugar, sobre todo de la vida diaria. No precisa muchos recursos materiales. La vida de los chavales es fuente de experiencias y aprendizaje.
- Ha de ser imaginativo, descolocante, responder con patrones de conducta no habituales, pero con seguridad, cariño, firmeza y flexibilidad. Los chavales están acostumbrados a que se los miren de una determinada manera y a unas formas concretas de reaccionar ante su violencia verbal, sus chantajes morales y sus demandas. Cuando se encuentran con otro tipo de respuestas no violentas les descoloca, y si encima se ponen más agresivos y sigue sin haber espiral de violencia, la sorpresa es aún mayor.

Así es como, en la práctica, la acción del Educador de Calle tiene unos elementos conformadores e integradores:

1. Precedentes:
Concientización y autogestión como reacción en contra de las instituciones totales: centros preventivos, reformatorios, cárceles...

2. Causas:
Hacinamiento, handicaps educativos, desarraigo cultural y social, paro, crisis familiar, problemática económica, drogodependencias, etc.

3. Objeto de la acción:
Aunque en principio fueron los adolescentes y jóvenes, hoy se impone la tendencia hacia la prevención -trabajando con niños a partir de los ocho años de edad-.

4. Problemática:
Inadaptación social, marginación, predelincuencia, delincuencia, prevención y tratamiento de conductas asociales.

5. Objetivos:
Reeducación e incorporación social, prevención de conductas socialmente desviadas, cambio de la comunidad y de los condicionamientos sociales en que se sustenta...

6. Medios:

- A través de la Pedagogía de la Relación:

            - contacto personal libre y antiinstitucional;
            - credibilidad personal;
            - amistad;
            - humor;
            - simpatía...

- A través de la Pedagogía de la Acción:

- Sobre el individuo: actividades de tiempo libre, creatividad, trabajo de ambulatorio, acciones terapéuticas.
- Sobre el grupo: actividades de grupo -ocio, dinámicas, proyectos-.
- Sobre la escuela: contacto con los profesores, atención al fracaso escolar, al absentismo.
- Sobre la familia: relaciones con los padres, hermanos, parientes.
- Sobre la comunidad: participación en asociaciones del barrio.
- Sobre la estructura laboral: información laboral, cooperativas, búsqueda de empleo, etc.
- Sobre la estructura jurídica: contactos con el Juzgado de Menores, con la policía, abogados, acciones de asesoramiento, informes, acompañamientos, visitas en la prisión...
- Sobre la sociedad: acciones conjuntas con asociaciones para apoyar o promover la toma de conciencia sobre la problemática juvenil.

- A través de la Pedagogía de la Dinamización:

- Para la aceptación del yo y de los demás.
- Para desarrollar la capacidad de servicio, de participación, de desarrollo de la comunidad.
- Para la integración en la propia cultura de la comunidad.
- Para desarrollar la capacidad crítica del individuo, del grupo y de la sociedad en general.

- A través de la Pedagogía de la Libertad:

El Educador de Calle no debe condicionar, sino que sus acciones deben ser compatibles con la libertad y elección del individuo, integrándose en las actividades propuestas. El Educador no debe ser director, sino orientador, con una acción antiautoritaria.

En la calle no hay más autoridad que la que proviene de la fuerza y la violencia, o la que se gana moralmente. El Educador está sólo ante la personalidad quebrada y rota, necesitada de afecto, seguridad y, por supuesto, límites.
           
7. Finalidad:
La Pedagogía del compromiso, buscando como objetivo final la transformación de los individuos y de la sociedad. Además, el Educador no es alguien aséptico a la vida del sujeto, sino un acompañante afectivo y efectivo.

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CARACTERÍSTICAS DEL EDUCADOR DE CALLE


El proceso educativo es doble: no hay unos que ocasionan los problemas y otros que aportan soluciones. La aventura es iniciar juntos un recorrido en pos de respuestas por construir. Pero no se puede ver la realidad marginal infantil y juvenil con los ojos de adulto normalizado y menos utilizar técnicas o patrones provenientes del medio escolar. Por ello, el Educador, se va invistiendo a lo largo de su recorrido como tal de unas características que son inherentes a su tarea:

- Debe actuar con prudencia.
- Dispondrá de equilibrio personal.
- Tendrá sentido de la responsabilidad.
- Sabrá educar con humor y simpatía.
- Trabaja para mejorar la vida en el barrio donde actúa.
- No tiene un horario de trabajo laboral fijo.
- Tiene que ser auténtico ante las personas, delante de los chavales.
- Debe haber tomado una opción clara por los chavales.
- No califica a los chavales.
- Trabaja más por vocación que por profesión.
- «Pasa» de la seguridad ciudadana, no es su tema. Para él lo más importante es el desarrollo integral del chaval.
- Toma opción por el más débil.
- Está integrado en el barrio, participando en las entidades ciudadanas.
- Está capacitado para:
            - las relaciones humanas,
            - la comunicación y el diálogo,
            - la escucha,
            - superar dificultades,
            - analizar,
            - planificar,
            - reflexionar,
            - concretar sus pretensiones.
- Tiene capacidad de acogida: apertura, disponibilidad, aceptación del grupo, confianza en el grupo y en las personas, desinterés, sinceridad, respeto, discreción, amabilidad, simpatía, empatía, vitalidad, dinamismo, sentido del humor (ver bibliografía a este respecto), optimismo, imaginación, creatividad, madurez emocional, control, equilibrio, confianza en sí mismo, tolerancia a la frustración, carácter firme, espíritu democrático.
- Inteligencia despierta, objetividad, responsabilidad, capacidad de iniciativa, sentido común, capacidad de adaptación, voluntad de perfeccionamiento, intuición, tacto.
- Transparencia y autententicidad, paciencia histórica, honestidad personal.
- Aprovecha las situaciones concretas para ayudar al joven.
- Fomenta la relación personal. Prefiere las personas a las actividades e instituciones.
- Está disponible para trabajar en equipo. Sabe guardar un secreto.


EL ROL DEL EDUCADOR


Hay quienes prefieren una intervención más científica, más «profesional», más técnica, más objetiva, más aséptica y menos comprometida. Estas visiones suelen reducir la intervención a un problema de relación de la persona con el entorno, sin cuestionarse la situación social -y menos implicarse en su transformación-.

Al Educador de Calle o barrio se le ha querido confundir con un mediador social, pero renunciando a todo lo contestatario, y pasando a ser un mero amortiguador de conflictos sociales o en un instrumento de control social. Pero en todo trabajo social, tan importante como lo qué se hace es el cómo, el por qué y el para qué se hace. Un horizonte que no contemple la transformación de la realidad y el Educador que no se implique existencialmente en ello, se ha confundido de trabajo.


DESCUBRIENDO PISTAS


En una intervención organizada y planificada el Educador descubrirá:

- las causas de las conductas desviadas o inadaptadas,
- que su actitud de aceptación personal hará que surja una reacción positiva en la autoestima del individuo,
- las posibilidades de integración,
- la necesidad de realizar acciones preventivas en el barrio,
- que es posible el tratamiento de conductas desajustadas en el propio medio -casa, barrio, ciudad- evitando el internamiento en macrocentros,
- que puede concienciar al barrio y a las instituciones para que se enfrenten al problema de la marginación de forma creativa, participativa y de acción educativa como alternativa a la represión o al olvido.

Puede suceder que algunos Educadores, después de iniciarse en esta labor de calle, se cuestionen su continuidad en el trabajo socioeducativo en medio abierto. Ello puede ser debido a varias causas:
- falta de seguridad,
- temor al tipo de trabajo,
- desconocimiento de lo que implica esta profesión,
- abandono por conflictos internos,
- incapacidad para resolver ciertas problemáticas,
- falta de compromiso, escasa implicación,
- desgaste emocional, moral o físico,
- inmadurez, etc.

En estos casos deberá saber retirarse a tiempo y, tras un periodo de reflexión, cuestionarse su vuelta al trabajo.


SITUACIONES PSICOSOCIALES PARA LA INTERVENCIÓN


La educación de calle va dirigida fundamentalmente a aquellos grupos de menores donde la presencia adulta no existe, es inadecuada o les ha empujado a un progresivo abandono de la familia o la escuela, recurriendo al afianzamiento en su medio natural que es la calle. El Educador realiza, pues, su labor en la calle, en ese medio socializante cuando la familia, la escuela o la comunidad han fracasado.

La educación de calle se configura así como pieza clave de prevención que desde el ámbito de los programas sociales, y apoyados por los programas educativos, conducen y preparan al menor en el conocimiento de la deficiencia de su historia socio-familiar y le facilitan los medios para que, sin rechazar su marco referencial de origen, le conduzca a comportamientos alternativos.

La media de edad de los casos que se tratan oscilan entre los 13 y los 17 años, lo que evidencia una mayor intervención en el momento de la adolescencia, edad precisamente en la que pueden generarse factores de riesgo social.

Es preciso volcarse en intervenciones preventivas a edades tempranas (a partir de los 8 años), puesto que a mayor edad el menor realiza unos aprendizajes cuyo desmantelamiento es mucho más difícil a edades tardías. Por ello, el Educador debe estar atento a las diversas situaciones que pueden reclamar su actuación:

-  SITUACIÓN ESCOLAR:
            - Niños que no asisten regularmente al colegio.
            - Niños desescolarizados.
            - Niños que fracasan en los estudios.
            - Expulsiones por falta de higiene, mal comportamiento, etc.

-  SITUACIÓN FAMILIAR:
            - Miembros de la familia que consumen tóxicos o son traficantes.
            - Conductas delictivas.
            - Abandono familiar.
            - Estupro.
            - Trabajo infantil.
            - Falta de higiene y otros hábitos.
            - Desempeño de tareas domésticas, cuidado de los hermanos...
            - Niños tutelados.

-  SITUACIÓN SOCIAL:
            - Barrios sin zonas verdes, de ocio, equipamientos culturales.
            - barrios con alto índice de consumo y tráfico de drogas.
            - la calle como único espacio de juego y relación.
            - estigmatización por parte de los comerciantes.

- SITUACIÓN AFECTIVA:
-agresividad.
-baja autoestima.
-búsqueda de afecto y aceptación entre chicos mayores, generalmente con problemas similares.

El Educador de Calle parte de los hechos diarios, de las situaciones que viven los chavales:

- SITUACIÓN 1:
El chaval todavía no es un inadaptado. El Educador trabaja en la prevención de la drogadicción, la delincuencia...

- SITUACIÓN 2:
El chaval ha sufrido malos tratos, su personalidad está bloqueada. El Educador intenta resolver el drama que está viviendo.

- SITUACIÓN 3:
El chaval asume su situación con el apoyo del Educador, quien hace un seguimiento para que no retroceda en el camino emprendido.


OBJETIVOS DE LA ACCIÓN SOCIOEDUCATIVA


El Educador en su intervención detecta necesidades sociales e individuales que marcarán sus objetivos generales, tales como:

- CONECTAR con los niños y los jóvenes del barrio que se presenten problemas de inadaptación, con el fin de hacer de puente entre ellos y las posibles alternativas a sus problemas.
- OBSERVAR el transcurrir diario, los sucesos y anécdotas, con una presencia activa, motivadora.
- MEJORAR la atención de los menores y jóvenes en situaciones cercanos a la inadaptación. Al E.C. no le preocupa que las acciones puedan justificar que los problemas dejen de producirse, sino que los jóvenes sean aceptados para la participación social sin ser estigmatizados.
- POTENCIAR la inserción crítica en la comunidad.
- FACILITAR la adquisición de nuevos modelos de relación frente a la realidad externa.
- FACILITAR el acceso a circuitos sociales normalizados.
- DESCUBRIR casos para la actuación, problemas y carencias en la población infantil/juvenil del barrio, tratando de paliarlos o encauzarlos.
- DAR soporte al proceso de maduración del niño o joven y del grupo de cara a su autonomía personal, superando las limitaciones impuestas al menor por el contexto deteriorado que ha vivido.
- INFORMAR a la opinión pública sobre los problemas que afectan a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos que presentan algún tipo de carencia.
- COORDINARSE con grupos y entidades de barrio, apoyando sus acciones y promoviendo la participación de la población.
- PREVENIR conductas antisociales.
- CAPTAR chavales y jóvenes y ofrecerles alternativas de vida, de ocio, de relación...
- PROMOVER centros para jóvenes, clubes, pretalleres, etc. donde puedan ir los chavales a trabajar, divertirse, formarse, relacionarse...
- RELACIONARSE con las familias, la escuela, los jueces, la prisión...
- PREPARARLES para que puedan dar respuestas a su situación.
- DESCUBRIR las habilidades personales de cada persona para desarrollar actividades grupales.
- ESTABILIZAR sus actividades básicas: asistencia al colegio, uso creativo del ocio, trabajo, etc.
- LOGRAR el sentido de solidaridad, responsabilidad y de convivencia.
- SENSIBILIZAR al entorno social en el que se desarrolla la acción sobre la problemática de la inadaptación.
- POSIBILITAR la inserción crítica en la sociedad.
- POSIBILITAR la búsqueda de recursos comunitarios de ayuda a los menos favorecidos.
- MOVILIZAR las capacidades educativas de jóvenes y adultos del barrio.
- ANIMAR y dar soporte a la creación de estructuras de participación para niños y jóvenes.
- OFRECER elementos de juicio y alternativas de relación educativa con los jóvenes a las instituciones del barrio, escuelas, centros sociales y culturales, centros de tiempo libre, asociaciones de vecinos, etc.
- PROMOVER la utilización de los recursos comunitarios para facilitar la inserción y la adaptación del individuo a una determinada estructura social.
- ACTUAR como mediador entre el sujeto y los recursos.
- DIFUNDIR los Derechos del Niño y los Derechos Humanos, denunciando las injusticias ante los organismos competentes y ante la sociedad.
- PRESTAR atención a las necesidades básicas de toda persona: educación, salud, vivienda, trabajo...
- FACILITAR al individuo un cambio personal a través del desarrollo de hábitos, habilidades, valores, relaciones normalizadas...
- TOMAR conciencia de las capacidades del individuo, conflictos, obstáculos, etc.
- DESARROLLAR una imagen positiva de sí mismo.
- GENERAR recursos personales para asumir y afrontar las diferentes problemáticas.
- DESARROLLAR comportamientos y actitudes aceptables, mejorando la relación con el entorno.
- TOMAR conciencia de sus actos y sus consecuencias.
- DESARROLLAR la motivación por la formación académica y el mundo del trabajo.
- ACOMPAÑAR al joven, intentando cubrir sus lagunas en el desarrollo educativo y social.
- REFORZAR la personalidad y potenciar las capacidades del individuo.
- MOTIVAR para el aprendizaje y la formación cultural y profesional.
- APOYAR la creatividad y la iniciativa.
- FAVORECER la adquisición de hábitos educativos que posibiliten un adecuado proceso de maduración.

Del mismo modo, el Educador debe perseguir unos objetivos operativos o educativos que le permitan evaluar el progreso de cada individuo, y que se formulan en función de aquellas actitudes que deseamos conseguir del sujeto:

- Que el sujeto adquiera seguridad en sí mismo.
- Que sea consciente de que forma parte de una comunidad.
- Que sea capaz de asumir responsabilidades.
- Que mejore su interés por todo lo que le rodea.
- Que desarrolle la sensibilidad.
- Que mejore su comunicación con los demás.
- Que sea capaz de expresar de forma lógica sus angustias, miedos, motivaciones, intereses, sentimientos, emociones...
- Que sea capaz de administrar su tiempo y dinero de forma razonable.
- Que sea capaz de tomar decisiones maduradas.
- Que sea capaz de cumplir con hábitos de salud, higiene, horarios...
- Que sea capaz de canalizar su agresividad.
- Que sea capaz de identificar y utilizar los recursos y servicios del entorno.
-Que sea capaz de respetar los bienes ajenos.
-Que sea capaz de asumir las normas sociales.
-Que sea capaz de aceptar la relación de ayuda del Educador y de mantener una relación de confianza con él.


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El Educador de Calle trabaja o interviene con lo que llamamos «población de o en riesgo» tiene unas características que necesitan respuestas desde la educación no formal:
- Abandono del sistema educativo por desmotivación, frustración...
- Desajustes familiares con desestructuración a nivel personal.
- Dificultades para encontrar alternativas al ocio.
- Trabajo en precarias condiciones, dificultad para integrarse en el mercado laboral normalizado,...
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