27.6.14

Decalogo para padres de adolescentes


Los adultos desde nuestro posicionamiento prepotente acosamos a los adolescentes con exigencias y obligaciones dictatoriales que son lógicamente rechazadas, repudiadas y enterradas en el olvido por su incipiente necesidad de autoafirmarse.
imagen adolescentes 
El rígido control que sobre ellos queremos ejercer, la total indiferencia o permisividad, tiene efectos negativos en su visión y relación con el mundo adulto. Considerados a nivel social como caprichosos, materialistas, pasotas, indiferentes, maleantes, egoístas, consumistas, viciosos,...les son achacados injustamente muchos males del mundo.

En el adolescente se dan contradicciones tremendas en sus comportamientos, fruto de la inseguridad y consecuencia de la incongruencia entre lo querer y lo que puede tener. Es un momento conflictivo, de crisis, de crecimiento personal que necesita del apoyo adulto para una resolución óptima.


El siguiente Decálogo pretende ser un breve listado, sin acabar, de los buenos modales que los padres deberíamos tener con nuestros hijos adolescentes:

1.- El adolescente no es un niño grande. Tratémoslo cómo quién es, un chico o una chica con nombre y apellidos, nacido en un momento y tiempo determinados.

2.- Confiemos. No nos espantemos por sus proyectos abandonados.

3.- Dialoguemos. Evitemos las continuadas discusiones por asuntos de horarios, salidas del hogar, etc. Hablemos, pongamos normas y recompensas. Reflexiones juntos.

4.- La vida es un ensayo. Sólo viviendo pueden aprender a desenvolverse en la vida. No tengamos miedo a que cometan errores, metan la pata o les hieran. Ayudémosles a enfrentar esas situaciones pero no se las evitemos.

5.- Mostremos interés sincero por sus amigos.

6.- Establezcamos juntos unas normas. La ausencia de éstas, lejos de significar libertad, trae consigo confusión.

7.- Hagámosle partícipes activos en la planificación de gastos y actividades del hogar.

8.- Seamos sinceros y coherentes. Las contradicciones en la transmisión de ideales, creencias y valores tienen un efecto devastador en su personalidad.

9.- Mostrémonos cercanos en sus momentos bajos dándoles seguridad en sus propias posibilidades.

10.- Tratemos de descubrirles sus aficiones, no de imponerles nuestros gustos.

Otras muchas sugerencias quedan en el tintero. Ahora es responsabilidad de todos el esfuerzo de completarla porque:

Educar es ayudar a nuestros hijos adolescentes a adaptarse a situaciones nuevas y que sepan, al mismo tiempo, mantener sus convicciones e incluso su rebeldía. Facilitarles una visión estructurada y vertebrada de la realidad y potenciar que aprendan a desarrollar su espíritu crítico.






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