17.2.12

MALOS TRATOS Y VIOLENCIA DE GENERO

MALTRATO A LAS MUJERES

imagen curso violencia de genero y malos tratos«Quemada viva tras años de palizas, esa soy yo». Este es uno de los muchos titulares del periódico que aparecen cada día. Hasta 1998 la opinión pública no estaba concienciada de que la violencia física era una cuestión social y una señal de alarma para todos. La publicidad que han recibido las estadísticas y los relatos referidos a las mujeres agredidas, incluso asesinadas, está logrando acabar con la tolerancia que existía entorno a los malos tratos. A partir de ahí, el número de denuncias aumentó, no porque hubiese más malos tratos sino porque cada vez son menos las mujeres que se callan ante ésta situación. Aún así el número de denuncias no refleja la realidad de nuestro país y del mundo entero. Los cambios se irán viendo reflejados en la educación que reciban las personas y en los contenidos de las leyes.

El papel asignado a la mujer, los estereotipos sobre lo femenino, las actitudes negativas hacia nuestro género, los obstáculos para ejercer nuestros derechos... todo ello ha dado lugar a una marginación histórica de la mujer.

 
Fruto de esta marginación es la violencia doméstica, especialmente cruel hacia la figura de la mujer, que durante siglos ha soportado abusos. Los malos tratos han estado presentes a lo largo de la historia aunque las características varíen. En la actualidad gracias a los movimientos feministas las mujeres hemos conseguido que se tengan en cuenta nuestros derechos. Se han conseguido avances tanto en el terreno profesional, presencia en el mundo laboral, como en el personal, con la modificación de roles en busca de una igualdad entre hombres y mujeres.

«Esta ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas» (Rojas Marcos).






Aunque existen distintas acepciones, el término malos tratos se emplea comúnmente para referirse a la violencia que tiene lugar dentro del ámbito del hogar (violencia doméstica), donde el agresor es alguien con el que convivimos. Pero existen otras clases del maltrato como las agresiones y abusos sexuales o el acoso en el trabajo. Así, los malos tratos pueden definirse como:

«Toda acción, conducta o comportamiento agresivo, que a través de distintas formas de expresión, producen daño o menoscaba la libertad de las personas agredidas».

En el artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de las Naciones Unidas (1993) se considera que la violencia contra las mujeres o violencia de género es:

«Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o puede tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto se produce en la vida pública o privada».

Es una forma de ejercer poder mediante el empleo de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, política...) y necesariamente implica la existencia de una persona que se encuentra en posición superior respecto a otra. La violencia se convierte en una forma de relacionarse con los demás, de conseguir los propios objetivos.

TIPOS DE MALOS TRATOS:

Según la definición de Naciones Unidas podemos diferenciar distintos tipos de malos tratos:

- FÍSICO: Todo acto no accidental que provoque o pueda provocar daño físico o enfermedad, que implica una agresión directa o indirectamente. Son fácilmente reconocibles por las secuelas que produce. Provoca daños en el cuerpo, puede producir fracturas, heridas, contusiones, hematomas e incluso la muerte. Normalmente los malos tratos físicos suelen ir precedidos y acompañados por maltrato psicológico.

- PSICOLÓGICO: Todo acto o conducta que produce desvalorización o sufrimiento en la mujer. Atenta contra la integridad psíquica y emocional, fundamentalmente contra su dignidad como persona, conduciendo a la destrucción del equilibrio psicológico.

- SEXUAL: Es aquella conducta que atenta contra la libertad sexual de la mujer mediante el empleo de la fuerza o intimidación, o que valiéndose de una posición de poder, impone a la mujer una relación sexual contra su voluntad, no es necesario que se produzca la penetración vaginal, anal o bucal. Abarcaría a todo comportamiento sexual ofensivo y no deseado. Aunque lo cierto es que a nivel judicial, los parámetros cambian y no todos los actos que atentan contra la libertad sexual están penalizados de la misma forma, siendo la penetración vaginal la forma más grave de violencia sexual.

Aquí pueden distinguirse:

- Conductas llevadas a cabo sin el consentimiento de la mujer, ya sea por parte de su pareja, un conocido o desconocido, agresión sexual, violación:

Delito contra la libertad sexual cuya acción consiste en el acceso carnal llevado a cabo en circunstancias tipificadas por la ley. Cualquier atentado contra la libertad sexual de otra persona, siempre que concurra violencia o intimidación. Son los elementos que constituyen el común denominador que agrupa a la totalidad de las conductas castigadas como Delitos de Agresión Sexual:

- Violencia: Empleo de la fuerza física.
-    Intimidación: Se infunde en la víctima temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave.

Es una agresión sexual extrema en la que se coarta la libertad sexual de la persona y se la obliga, bajo amenaza, fuerza física o coacción, a tener conductas sexuales contra su voluntad. Suelen ir acompañadas de gran violencia y agresión por parte del agresor ante los intentos de defenderse de la víctima. Las mujeres una vez consumada la violación, llegan a sentirse culpables ante lo sucedido, por considerar que su comportamiento pudo llegar a insinuar algo.
 
- Acoso y abuso sexual, en el ámbito académico o laboral, por parte de un superior o un subordinado:

Son atentados contra la libertad o integridad sexual de otra persona no consentidos o con abuso de superioridad manifiesta, que coarta la libertad de la víctima. No media ni violencia ni intimidación. Es la realización de una conducta sexual basada en la discriminación por género y que afecta a la dignidad y al bienestar de la mujer. El acoso incluye diferentes tipos de conductas: Físicas, verbales y no verbales. Este matiz de no deseado es lo que le define como acoso, no es bienvenida ni reciproca sino impuesta. La víctima se siente coaccionada por el agresor al llevar a cabo una práctica sexual no deseada, ante la amenaza de despido o suspenso, situación que dificulta que la mujer denuncie los hechos.

Existen distintos mitos en nuestra sociedad sobre las agresiones sexuales que seria conveniente tener en cuenta:

- «La víctima provoca, si es muy coqueta o anda con ropa sugestiva es que ella lo está pidiendo»: Una agresión sexual es una agresión al cuerpo, a la mente y al espíritu. Quita el control que la persona tiene sobre su cuerpo. Nadie pide o goza de ello. No es un acto de pasión sino un delito violento en el cual se usa el sexo como arma.
- «Solamente cierto tipo de personas son violadas o agredidas sexualmente, ¡no me puede pasar a mí!»: Los violadores actúan sin considerar la apariencia física, el vestido, la edad o la condición social.
- «La mayoría de las violaciones ocurren cuando la mujer esta fuera de casa, sola y en la noche»: Muchas mujeres son atacadas a la luz del día y en lugares públicos.
- «Los violadores son desconocidos, si se evita a los desconocidos no puedes ser violada»: En un gran porcentaje la víctima conoce al agresor y a menudo es un miembro de la familia.

Otra posible clasificación sería:

- La violencia que se produce dentro de la familia: Serían las situaciones de violencia contra la mujer que tiene lugar en el ámbito doméstico, siendo ejercida por su pareja, familiares...
- La violencia extrafamiliar: Situaciones de maltrato o agresión que se producen en el ámbito laboral o académico. Acosos o abusos, verbales, no verbales o físicos, por parte de un superior o un subordinado, basándose en la relación de superioridad laboral, docente o similar que le proporciona su puesto.

Martín Iglesias hace una clasificación diferenciando 3 tipos de violencia según los comportamientos que genera:

- Violencia represiva: Se ejercería prohibiendo la libertad de movimientos, obstaculizando que la mujer trabaje, que tenga libertad de expresión...
- Violencia privativa: se incumplen compromisos económicos, no cubriendo las necesidades biológicas, afectivas, de comunicación, aislando el contacto con los demás.
- Violencia alienativa: Favoreciendo la rutina, la mujer como exclusiva del trabajo domestico, del cuidado de los hijos...


VIOLENCIA DENTRO DE LA FAMILIA

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer define la violencia doméstica de la siguiente manera:

 «Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual».

Se entiende que la violencia doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También puede incluir abuso psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social progresivo, castigo, intimidación y/o coerción económica.

- Punto de vista jurídico: En los últimos años se han establecido diversas modificaciones en la definición de maltrato dentro de la familia desde un punto de vista jurídico. El Código Penal ha tratado de adaptarse al igual que toda la sociedad a un cambio de mentalidad asociado a un mayor conocimiento de esta problemática. La ultima modificación legal hace hincapié en dos aspectos fundamentales:

-    La tipificación de la violencia psíquica como delito especifico
-    Proporcionar medidas de la protección hacia la mujer.

Según la reforma del articulo 153 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se definen los malos tratos como:

«Delitos cuando se produce el ejercicio de la violencia física o psicológica de forma habitual en la pareja o en los hijos».

- Punto de vista psicológico: «Agresiones físicas, psicológicas, sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte de un familiar y que causan daño físico y psicológico y que vulneran la libertad de otra persona».

Muchas veces se define el maltrato como doméstico pero con el termino domestico se entiende únicamente al recinto limitado por el domicilio, pero las mujeres no son únicamente maltratadas en el entorno doméstico y no sólo por sus maridos, sino también por parejas con las que no conviven.

El Instituto de la Mujer ha destacado la existencia de distintos factores que hacen vulnerable a la mujer a sufrir violencia:

- Factores socioculturales:

La sociedad ha mantenido un sistema de relaciones de genero donde se ha considerado al hombre como superior a la mujer asignándoles distintos roles y espacios según su sexo.

Hasta hace poco tiempo era considerado norma que la mujer tuviese restricciones en su desarrollo personal y social, se le exigía dedicación completa a su familia, debía acatar la autoridad del hombre... En la actualidad las mujeres hemos realizado una gran transformación no solo colectiva sino también personal visible en el ámbito tanto publico como en las relaciones interpersonales y familiares. Han accedido a la educación, a un puesto de trabajo, a cargos de responsabilidad, a una independencia económica... Se ha producido un gran cambio de actitud y mentalidad.

- Socialización:

La socialización es el proceso por el que las personas, desde la infancia, van adquiriendo conocimientos e interiorizando actitudes, formas de pensar, sentir, actuar... Tanto hombres como mujeres aprendemos un sistema de valores y comportamientos diferentes según el sexo. La socialización permite la transmisión de diferencias de género de una generación a otra.

- Socialización de la mujer: Tradicionalmente la mujer era educada para potenciar las cualidades necesarias para desempeñar el rol al que estaban destinadas: ser una buena esposa y una buena madre. Se proponía un modelo cultural de amor para la mujer pero olvidándose de una misma. El lugar asignado era el domestico. Todos estos valores se interiorizan desvalorizando todo lo femenino.

- Socialización del hombre: La violencia se autorizaba como método para resolver conflictos, convirtiéndose en una cualidad masculina y enseñándose. Ser hombre era: ser autosuficiente, tener autoridad sobre la mujer, ser racional no emocional, tener el derecho a poder ejercer la violencia... Todo esto promovía unos rasgo distintivos como la inhibición y aislamiento de emociones, la falta de empatia, el predominio de la acción, el orgullo, una forma determinada de relación con las mujeres...

Factores individuales y familiares:

Las mujeres socializadas en un modelo tradicional que mantengan relaciones de pareja con un hombre con una identidad tradicional tendrá mas probabilidades de sufrir malos tratos.
Creer en una familia donde la mujer no tiene autoridad, su opinión no cuenta, no tiene ningún reconocimiento... no favorece la autoestima ni la seguridad en si misma.
 
 
INDICADORES DE MALOS TRATOS:

- Físicos: Empujones, tirones de pelo, bofetadas, palizas, golpes, quemaduras, contusiones superficiales como inflamaciones, derrames, contusiones profundas como hematomas y roturas, mordeduras, heridas, fracturas, cortes, arañazos...
- Psíquicos: Humillación intensa y continuada, ridiculaciones, criticas, desaprobación, control de sus actuaciones, amenazas, insultos, intimidación, privación de necesidades básicas que da lugar a:
 
- Sintomatología ansiosa: mareos, temblores, escalofríos, miedo a morir, sudoración, miedo a volverse loco.
- Sintomatología depresiva: poco apetito, insomnio, pérdida de energía, disminución de la autoestima, falta de concentración, intentos de suicidio.
 
- Sexuales: Fisuras anales, dolor genital, hematomas o heridas, contusiones... Comentarios obscenos, exhibicionismo forzado, relaciones obligadas, violación, actos dolorosos, actos humillantes...
 
¿CÓMO EXPLICARLO?:

Desde fuera resulta muy difícil entender porqué soportamos una convivencia bajo una clima de violencia o que algunas mujeres vuelven a la misma situación después de haber conseguido dar el paso de abandonar a su agresor. Son múltiples causas no sólo se produce a nivel económico sino también afectivo y emocional.

La teoría más tradicional sería la existencia de una violencia de género, es decir los mecanismos de control del hombre sobre la mujer. Desde esta teoría se explicaría la desigualdad existente entre un género dominante (masculino) y otro el sometido (femenino). La violencia de género es aquella que afecta a la mujer en tanto que es mujer, por su condición de «mujer» no como persona individual. Se define en términos de las estructuras de discriminación que sostienen y perpetúan las desigualdades entre hombres y mujeres. El análisis de género supone abarcar un conjunto de situaciones, hechos y dinámicas sociales vinculadas a la condición femenina en el mundo actual, tanto en lo que tiene que ver con desarrollo social, económico, cultural y político de la mujer en sí mismo como con respecto a los hombres.

Podemos diferenciar distintos niveles donde se origina la violencia:

- Nivel del macrosistema:

- Organización social: A mayor desigualdad y menor equivalencia en el reparto de funciones, responsabilidades y decisiones, mayor es el poder que se ejercerá contra las mujeres y mayor es el grado de violencia que padecen.
 - Organización del trabajo: Se diferencian las tareas según el sexo, con lo que es propio del hombre y lo que es propio de la mujer.
- Sistema de creencias: Debido a la desigualdad en el reparto de las funciones y recursos económicos, se interiorizan una serie de definiciones sociales estereotipadas.
- Modelos culturales: Se transmiten estereotipos de generación en generación. Así se defiende la existencia de diferencias «naturales», la mayor agresividad y tendencia a hacer el bruto por parte del hombre y la mayor pasividad de las mujeres.

- Nivel del microsistema:

- Modelos familiares.
- Las relaciones de pareja.

El conjunto de todas estas determinaciones afecta a las personas concretas. La familia de corte patriarcal se caracteriza por la distribución de los roles y funciones claramente establecida. Se basa en relaciones asimétricas de poder de decisión. Cuando la mujer se incorporó al trabajo, el patriarcado sufrió una crisis por el cambio de diseño de la familia. La generalización de este nuevo modelo de familia podría disminuir la posibilidad de sufrir malos tratos.

- Nivel personal:

- Cogniciones: La percepción y conceptualización de la realidad es determinante en nuestras cogniciones. Los esquemas de género estereotipados afectan a la interpretación, formando percepciones sesgadas favoreciendo un trato desigual entre hombres y mujeres. Estos estereotipos se consolidarían en conductas y actitudes acentuando estos estereotipos. Cuanto más estereotipos de género haya más posibilidades de violencia.

Cuando las personas perciben y conceptualizan el mundo de una manera desigual, se genera diferentes comportamientos.

- Afectivo: Cuando un menor sufre cualquier tipo de agresión aumentan las posibilidades de que en un futuro llegue a actuar de forma violenta. Se ha criticado a las madres por ser muy protectoras, por ser demasiados exigentes, o demasiados distantes... ¡uno no sabe como hacerlo bien!. El reparto equitativo de la atención física y psicológica de los padres y de la familia produce adultos menos violentos.

- Biopsicológico: Algunos estudios hablan de que existe un componente bioquímico que altera las conductas pero otros se inclinan por la respuesta aprendida, donde los hombres tendrían la necesidad de mostrar dominio, tanto si lo tienen como si no.

Para eliminar esta violencia de género habría que:

- Producir cambios en la organización social/sexual encaminada a generar igualdad de oportunidades.
- Transformar la división del trabajo para generar un reparto equilibrado.
- Transformar los estereotipos trasmitiendo actitudes más tolerantes.
- Transformar las relaciones familiares y de pareja propiciando una toma de decisiones compartida, distribución de tareas, funciones equilibradas en el afecto y cuidado de los hijos...
- Desarrollar un uso adecuado de las emociones sin que la autoafirmación suponga la humillación del otro.

Se espera la desaparición de la violencia, sólo explicándola de manera unidimensional, por la explotación de unos colectivos sobre otros. Se ha demostrado que estas teorías reduccionistas han sido desmentidas ya que existen múltiples variables que afectan. La violencia que padecen las mujeres no puede describirse ni explicarse sólo a nivel de las agresiones que reciben en razón de su género ni por factores sólo referidos a la desigualdad entre los géneros.

Intentar explicar que causas motivan un posible comportamiento agresivo del hombre hacia la mujer no puede servirse únicamente de datos simples Es necesario partir de puntos de vista amplios. Así pues, tales comportamientos agresivos no pueden encontrar explicación sólo en rasgos independientes como pueden ser el «machismo» del agresor, su dependencia del alcohol, o su situación de paro prolongado. Es lógico también que no todos los factores se presenten en todos los casos de igual forma, pero si puede afirmarse que en gran parte de las situaciones inciden todos ellos. Habrá que tener en cuenta factores socio-culturales, factores socio-económicos, factores relacionales próximos:

El factor socio-cultural juega una vital importancia en la determinación de las causas que provocan la conducta agresiva dirigida a la mujer. El ser humano nace con una sexualidad definida como hombre o mujer. Pero, otro de aspecto que define y distingue a unos individuos de otros, y que no presentan una dependencia biológica y natural, es el referido al género masculino o femenino. El género supone todo el conjunto de comportamientos sociales individuales externos asignados al individuo en función de su sexualidad. Cada género, se encuentra definido por un conjunto de caracteres constituidos o definidos en el entorno social en el que el individuo se desenvuelve y que responden a motivaciones de carácter cultural. La propia cultura y sus características definen al propio género.

El factor socioeconómico atiende a la forma en la que las características socio-económicas influyen en el posible desencadenamiento de actos violentos, tanto de forma directa como indirecta. En la actualidad, el empleo ejerce un papel importante ya que constituye en la actual sociedad la forma de participación social, tanto a nivel productivo como en lo relacionado con el consumo.

Los factores relacionales próximos se refieren a la relación preexistente entre la víctima y el agresor, circunstancia que se produce con mucha frecuencia en el caso de las violaciones, en el acoso y en el maltrato como constitutivo de la relación afectivo-sentimental. Uno de estos factores fundamentales, lo constituye la familia. La familia es el lugar donde se desarrollan las diferentes agresiones a la mujer. Se trata de familias con problemas de comunicación, con dificultad para expresar y manifestar su afectividad y con una interpretación particular del orden familiar. No es de extrañar que alguno de ellos haya sido víctima o testigo de malos tratos durante su infancia o adolescencia, lo que provoca un círculo de violencia difícil de romper.

Algunos teóricos han tratado de explicar los vínculos paradójicos entre víctima y agresor, apelando a claves afectivas o emocionales que aparecen en el contexto del entorno traumático. Saber porque se produce la reacción paradójica de desarrollar un vínculo afectivo todavía más fuerte con sus agresores, defendiendo sus razones, retirando denuncias policiales o deteniendo procesos judiciales en marcha al declarar a favor de sus agresores antes de que sean condenados.

Dutton y Painter (1981) han descrito un escenario en el que dos factores, el desequilibrio de poder y la intermitencia en el tratamiento bueno-malo, generan en la mujer maltratada el desarrollo de un lazo traumático que la une con el agresor a través de conductas de docilidad. Según Dutton y Painter, el abuso crea y mantiene en la pareja una dinámica de dependencia debido a su efecto asimétrico sobre el equilibrio de poder, siendo el vínculo traumático producido por la alternancia de refuerzos y castigos. Sin embargo, esta teoría descansa aparentemente sobre la base del condicionamiento instrumental.

Actualmente se ha desarrollado un modelo teórico denominado Síndrome de Estocolmo. La hipótesis, (presentada bajo el título «Featuring domestic stockholm síndrome. A cognitive bond of protection in battered women» en el XIV Congreso de la International Society for Research on Agresión) trata de exponer una estructura secuencial de reacciones psicofisiológicas que, de un modo dinámico, acaban por generar en la mujer una variante del Síndrome de Estocolmo clásico (Montero, 2000).

Sería un vinculo interpersonal de protección construido entre la víctima y su agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través del modelo mental de creencias y esquemas mentales del agresor. Dicen que nosotras desarrollamos el síndrome para proteger nuestra propia integridad psicológica, para adaptarnos al trauma y suspender el juicio critico recuperando así la homeostasis fisiológica y conductual.

Esta podría ser una explicación para aquellas mujeres maltratas que desarrollan un efecto paradójico defendiendo a sus compañeros, como si la conducta agresiva se debiese a una sociedad injusta, siendo ellos las víctimas de un entorno violento que les empuja a ser violentos.

Vendría determinada por un patrón de cambios cognitivos, su funcionalidad adaptativa como resultado de un proceso reactivo de la víctima ante la situación traumática. El proceso abarcaría cuatro fases:

- Fase desencadenante: Los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad previamente construido poro la pareja sobre la base de una relación afectiva. En este espacio es donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esta ruptura desencadenaría en un patrón de desorientación, pérdida de referentes, reacciones de estrés, síntomas depresivos...

- Fase de reorientación: La mujer busca nuevos referentes de futuro y trata de efectuar un reordenamiento de esquemas cognitivos evitando la disonancia entre su conducta, el compromiso con la pareja y la situación traumática. Pero sus relaciones suelen ser pocas y generalmente sólo tiene el apoyo de la familia. Tiene una percepción de la realidad desvirtuada donde se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión.

- Fase de afrontamiento: La mujer se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva, donde asume el modelo mental de su esposo y vías de protección de su integridad psicológica, tratando de manejar la situación traumática.

- Fase de adaptación: La mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior. El síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un proceso de identificación y alrededor del modelo mental explicativo del compañero acerca de la situación y sobre las relaciones causales que la originan.

Las mujeres maltratadas afectadas sobre la explicación de sus compañeros, retardan indefinidamente la denuncia, observándose una gran proporción de casos de agresión en este ámbito, que no salen del entorno donde se producen, por la incapacidad de la víctima de denunciar los hechos. Incluso en muchas ocasiones las denuncias por vía penal son retiradas por las víctimas, antes de que se produzcan sanciones para los agresores, creándose un circulo vicioso que mantiene las agresiones y sume a la víctima en un progresivo estado de deterioro personal.

Esta teoría falla en algunos aspectos como la intermitencia e incertidumbre de la violencia es un elemento en el desarrollo del vinculo, pero no seria la única causa. Además esta teoría no considera que el desequilibrio de poder en cierta medida inherente a muchas relaciones humanas. En las parejas traumáticas no parecer ser una consecuencia sino un antecedente del abuso.

Otro modelo que busca una explicación para el comportamiento paradójico de las mujeres maltratadas es el tratamiento factorial de Graham sobre reacciones tipo síndrome de Estocolmo en mujeres jóvenes que mantienen relaciones de noviazgo (Graham, Rawlings, Ihms, Latimer, Foliano, Thompson, Suttman, Farrington y Hacker, 1995).

Está basada en la idea de que el síndrome es el producto de un tipo de estado disociativo que lleva a la víctima a negar la parte violenta del comportamiento del agresor mientras desarrolla un vínculo con el lado que percibe más positivo, ignorando así sus propias necesidades y volviéndose hipervigilante ante las de su agresor (Graham y Rawlings, 1991). Sin embargo, mientras esta explicación puede ser válida para describir alguno de los procesos globales implicados en el síndrome, no proporciona una hipótesis teórica sobre la naturaleza del proceso traumático más allá de algunos de sus elementos constituyentes.
Lanore Walker después de hablar con un sin número de hombres y mujeres sobre sus relaciones defiende que existe un ciclo de violencia, que cada pareja lo experimenta de su propia manera. En este proceso de violencia los ataques acaban siendo cada vez más frecuentes, más intensos y peligrosos. Los episodios de malos tratos no se producen constantemente sino dentro de un ciclo con 3 fases:

- Al principio la acumulación de la tensión es la característica del hombre maltratador. Se muestra irritante y no reconoce su enfado, comienzan los insultos, las primeras demostraciones de violencia, manifiesta hostilidad. Cualquier circunstancia o incidente lo pone violento. Las agresiones son leves y los incidentes poco frecuentes. En esta etapa existe una tensión como resultado de discusiones, de actitudes, comportamientos o su combinación.

Provoca en su compañera sentimientos de frustración pero aún posee un mínimo de control sobre la frecuencia y severidad de la agresión. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, indiferencia, sarcasmos... Posiblemente ella intente calmarlo o evitar hacer cosas que lo pudiesen molestar, creyendo equivocadamente, que lo puede controlar. Algunas parejas no pasan de esta fase y entran en una guerra de desgaste sin llegar nunca a la violencia física.

Cuantas más veces se complete el ciclo, menos tiempo tardará en volver a iniciarse. Por ejemplo al inicio de una relación pueden pasar 1 o 2 años en completar las 3 etapas del ciclo. Diez años después en completar las etapas puede pasar solo 1 mes.

- Le sucede la fase de explosión violenta, marcada por la pérdida total del control y el comienzo de las agresiones. Los incidentes comienzan a ser periódicos y las lesiones más graves.. La iniciada tensión va aumentando hasta que se producen comportamientos violentos graves en forma de abusos físicos, psíquicos, sexuales... Se trata de una descarga incontrolada de la tensión acumulada.

La mujer es incapaz de reaccionar, está paralizada por el dolor o por la dificultad de encontrar una respuesta a estas actitudes. Ya no intentara evitar las situaciones que desencadenan la violencia y sólo espera que pase lo antes posible.

Cuanto más se complete el ciclo ininterrumpidamente más violento será.

Por ejemplo, al comienzo de la relación de violencia, consiste en bofetadas o empujones, diez años después, se convierten en huesos rotos.

- Por último se llega a la etapa de luna de miel o arrepentimiento o conciliación, sobre todo cuando ella amenaza con romper la relación, el agresor se arrepiente de su actitud, promete no volver a hacerlo y reparar el daño causado, cambia para contentarla y durante un tiempo se comporta como ella espera.

La mujer se siente reforzada, cree, erróneamente, que ha logrado que su compañero le comprenda. A esta falsa ilusión sigue un nuevo ciclo de tensiones en el momento que considera que esta perdiendo control sobre ella. Cuanto más tiempo continúe el ciclo ininterrumpidamente, la tercera etapa será mas corta. Por ejemplo al comienzo de la relación demuestra estar arrepentido y promete que no volverá a pasar, diez años después no expresa su arrepentimiento. La fase de tensión comienza inmediatamente después de la violencia, con lo que la etapa de arrepentimiento desaparece.

El carácter repetitivo y cíclico de estas fases de violencia y arrepentimiento parecen atrapar definitivamente a las mujeres en una red de violencia y agresión donde cada vez se van acortando los ciclos. Se agrava con el tiempo y se transmite de generación en generación (proyección vertical) extendiéndose a otros miembros de la familia (proyección horizontal), tanto por parte del agresor como del agredido.

Los periodos de afecto y amor se alternan con periodos de violencia y agresividad. Cada vez son más los momentos de tensión y agresión y menos los de arrepentimiento.

La agresión puede desencadenarse por una actitud, una conducta o una palabra interpretada por el agresor como una amenaza a su autoridad o a su autoestima. Los actos violentos pueden ser a menudo una autoafirmación de su identidad.

Según los especialistas, existen tres momentos clave en la relación de pareja que preceden al inicio de la violencia: Inmediatamente después del inicio de la convivencia o matrimonio, durante el primer embarazo, y tras el nacimiento del primer hijo, probablemente porque provoca cambios significativos en la dinámica de relación familiar.

Este síndrome se caracteriza por:

- Indefensión aprendida: Al fracasar en el intento por contener las agresiones, y en un contexto de baja autoestima reforzado por su incapacidad por acabar con la situación, la mujer termina asumiendo las agresiones como un castigo que merece.
- Pérdida del control: convicción de que la solución a las agresiones le son ajenas, la mujer se torna pasiva y espera las directrices de terceras personas.
- Baja respuesta conductual: La mujer decide no buscar más estrategias para evitar las agresiones y su respuesta ante los estímulos externos es pasiva. Su aparente indiferencia le permite culpabilizarse menos por las agresiones que sufre pero también limita de capacidad de oponerse.
- Identificación con el agresor: La víctima cree merecer las agresiones e incluso justifica, ante críticas externas, la conducta del agresor. La intermitencia de las agresiones y el paso constante de la violencia al afecto, refuerza las relaciones de dependencia por parte de la mujer maltratada, que empeoran cuando la dependencia también es económica.

Este ciclo explicaría porque algunas mujeres deciden retiran su denuncia, que interponen en la fase de agresión pero que al arrepentirse el hombre, la retira esperando que pueda cambiar.   

Otros autores le llaman a este ciclo de la violencia Síndrome de Agresión a la Mujer (SIMAM):

Toda conducta humana tiene dos componentes fundamentales, el instrumental y el afectivo o emocional. El primero hace referencia a la motivación de la conducta que se realiza y va dirigido a la consecución de unos objetivos más o menos determinados; el componente afectivo dota de una carga emocional a la realización de esa conducta.

 En el caso de la agresión a la mujer el análisis demuestra que en el componente instrumental no existe un objetivo concreto ni delimitado, existiendo una gran desproporción entre la conducta en sí y el resultado respecto a los motivos que la desencadenan o a los objetivos que pretenden conseguir, que finalmente demuestran que sólo pretenden mantener la posición de superioridad el hombre y al subordinación de la mujer.

El contexto que posibilita y permite este tipo de conductas por parte del hombre es lo suficientemente complejo y difuso, y está lo bastante entremezclado con otras normas y valores de la sociedad como para que resulte difícil delimitarlo.

El agresor y la víctima se encuentran en un contexto individual estrechamente relacionado con las circunstancias de la pareja, tanto en lo que se refiere a la personalidad de cada uno de ellos, como al ambiente en el que se desenvuelven. Las otras esferas de influencia como contexto próximo, intermedio y lejano, van influyendo de forma más indirecta e inespecífica.

Entre estos factores nos encontramos con los papeles relacionados con cada uno de los géneros, las normas culturales, las creencias sociales, especialmente en los relacionado con la educación en general que se da al hombre y a la mujer, la relación de estos hechos con factores como el desempleo o los problemas económicos.

Todo ello no sólo crea un ambiente propicio para originar y canalizar la agresividad del hombre hacia la mujer en forma de violencia, sino que además actúa como mecanismo de control. 




 
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